10/6/11

A LA QUE VUELA

Miguel Molina Díaz

Una lunática noche entre sus ojos
concebida ella mágica poética entera
la había conocido muy jóvenes ambos
y volaba desde entonces con fosforescencia.

Sentada en el balcón cantando
sentía ella las pesadas piedras estrellarse
contra su milagroso cuerpo con un solo tatuaje
pero sus manos locas de creatividad
incesantes pintaban esas rocas con hermosos colores
hasta que se volvían suaves.

A la lluvia la recibía bailando
porque decía que le llenaba de energía las venas
y su baile contenía ritualidades de estrellas
y lunas, al fin y al cabo es la que vuela.

La que vuela volaba muy alto
cuando nubes grises tapaban el cielo azul
y llegaba lejos ilusionada dulcemente ella.
Con sus ojos veía en lo que nos hemos convertido:
putas, mandarinas, arrechos ocasionales.

Sus lagrimas dulces, nunca saladas
(toda ella es dulce, su voz, sus sueños,
incluso su tristeza es fuente de ternura)
Y siempre encontraba la manera ella
de recargar las nubes grises con alegres colores
y fragancias dulces, similares a ella.

Adora observar la luna llena,
a veces es salvaje y fugaz, como toda loba
y sin embargo, la que vuela altísimo
a las libélulas con sus sencillas y suaves palabras
la armónica les enseñó a tocar.

Sus ojos pueden ver todo fosforescente a su paso:
las nubes, las miradas, sus propias alas.
Le gusta escribir, como toda mujer que inspira,
lo que su caja de seños le enseña.
Hasta sus pesadillas con dulces lágrimas frena.

Yo creo que estaba toda loca ella,
soñaba, volaba, a veces quería ser princesa.
Había visitado las estrellas en sus aventuras
y enloquecida les enseñó a bailar a las luciérnagas.

Es la única que cree en el amanecer de la luna
y lo espera bañada en su éxtasis lunático ella
como una hada de cuento fantástico para adultos,
siempre está ocupada recordando sus promesas.
Cuando era yo niño le escribía mis primeros poemas
y como ella volaba me rompió el corazón, ella.

A veces ella parece que es pintora
y cuando sus alas están cansadas de volar
un dragón morado de hielo, que no lanza fuego
la transporta a ella y sus infinitos colores,
pintando todo a su paso por el mundo, ella.

La que vuela lo hace por su necesidad de volar
es una necedad la de ella su vuelo
para no sentirse limitada ni a su mente
ni al espacio, soñando despierta ella
siempre, con su imaginación de bruja.

De la que vuela me quedan más que solo recuerdos
me enseñó que lo importante es lo esencial,
espero que en su cajita de sueños guarde mis versos
ya que la literatura nos enseñó a soñar.
Cuando voy a la playa siempre pienso en ella,
con sus alas, una vez mágica,
me llevó por el mar a volar.

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